Hace 214 años, el 20 de julio de 1810, el eco de un grito libertario resonó en las plazas y calles del Nuevo Reino de Granada.
. Este hito, que marcó el inicio de nuestra independencia, fue un acto de valentía y determinación, inspirado por figuras como Antonio Nariño, José María Carbonell y Camilo Torres, quienes soñaron con una Colombia libre y justa. Hoy, en el aniversario de ese glorioso día, nos encontramos nuevamente en una encrucijada histórica, enfrentando un desgobierno que amenaza con desmoronar los cimientos de nuestra nación.
En 1810, nuestros próceres se alzaron contra un imperio opresor, motivados por ideales de libertad e igualdad. Inspirados en la Declaración de Derechos del Hombre, traducida por Nariño en 1795, miles de indígenas, afrodescendientes y mujeres se unieron a la lucha, buscando reivindicar sus derechos y construir un futuro más prometedor. Hoy, esa lucha parece haber sido en vano. La sombra de la corrupción se cierne sobre este gobierno de izquierda, y cada día surgen nuevos escándalos que evidencian el colapso moral y ético de la administración del gobierno Petro.
La inseguridad avanza sin freno, tanto en las ciudades como en el campo. Los colombianos vivimos con temor, presos de una violencia que parece no tener fin. La economía está estancada, y las promesas de progreso y bienestar se desvanecen en el aire, dejando tras de sí un rastro de desilusión y desesperanza. Ante este panorama, el espíritu de nuestros antepasados nos llama a alzarnos una vez más desde la institucionalidad y la democracia a reivindicar nuestra libertad y exigir que se retome el rumbo.
Hoy, como en 1810, debemos recordar que la independencia no es solo un evento histórico, sino un proceso continuo de construcción y defensa de nuestros derechos. La lucha por la libertad no terminó con la firma de un acta; es una batalla que se libra día a día, en cada rincón de nuestra patria. Así como Nariño, Carbonell y Torres se enfrentaron a la tiranía, nosotros debemos alzarnos contra las políticas socialistas y retardatarias de este gobierno, que solo buscan perpetuar su poder a costa del bienestar del pueblo.
La historia nos enseña que la libertad se conquista con sacrificio y unidad. No podemos permitir que el desgobierno actual nos robe el futuro por el que tantos colombianos han luchado y muerto. Es momento de dar un nuevo grito de independencia, de unir nuestras voces en un clamor por justicia y libertad. Debemos exigir transparencia, honestidad y compromiso con el bienestar de todos los ciudadanos. No podemos conformarnos con promesas vacías y discursos demagógicos; necesitamos acciones concretas que nos devuelvan la esperanza y la dignidad.
El legado de nuestros próceres nos recuerda que, aunque el camino hacia la libertad sea arduo y lleno de obstáculos, siempre es posible vencer la opresión con determinación y coraje. Hoy, más que nunca, necesitamos recuperar ese espíritu indomable que nos llevó a la independencia. Debemos ser los herederos de esa lucha, continuadores de un sueño que aún está por realizarse plenamente, pero siempre desde la legalidad y enmarcados en nuestra constitución.
En este 20 de julio, al conmemorar 214 años de nuestro grito de independencia, recordemos que la verdadera libertad se construye día a día, con esfuerzo y valentía. No dejemos que el desgobierno y la corrupción nos arrebaten lo que con tanto sacrificio hemos conseguido. Alzamos nuestras voces, como lo hicieron Nariño, Carbonell y Torres, y demos un nuevo grito de independencia, un grito que resuene en cada rincón de Colombia y nos impulse hacia un futuro mejor.
En nuestras manos está el poder de cambiar el rumbo de nuestra historia. No dejemos que el miedo y la desesperanza nos paralicen. Sigamos el ejemplo de nuestros próceres y luchemos por una Colombia libre, justa y próspera. Hoy, como hace 214 años, el grito de independencia debe resonar con fuerza, recordándonos que la libertad es un derecho inalienable que debemos defender con todas nuestras fuerzas.