El vil homicidio de Sofía Delgado, una niña de tan solo 12 años nos arruga el corazón a los Colombianos. Lo que le ocurrió no solo es un crimen atroz, es una evidencia clara del fracaso de nuestro sistema judicial. Pero lo más indignante no es solo la brutalidad del asesino, Brayan Campo, un hombre que ya había sido acusado de violación en 2018, sino la vergonzosa realidad de que este criminal estaba en libertad debido al vencimiento de términos. ¿Cómo puede la justicia permitir que una bestia así vuelva a las calles?
El caso de Sofía es un recordatorio sombrío de que, en Colombia, los asesinos y violadores de niños parecen estar judicialmente por encima de sus víctimas. Campo, un pederasta que debería haber estado tras las rejas, fue liberado porque la justicia no actuó a tiempo. Como sociedad, no podemos quedarnos de brazos cruzados ante este tipo de negligencia. No es posible que se siga permitiendo que los verdugos de nuestros niños caminen libres, esperando su próxima víctima.
En el caso de Brayan Campo, la justicia no solo le falló a Sofía, le falló a todas las niñas y niños de Colombia. ¿Cómo es posible que, a pesar de un historial de agresiones sexuales, un hombre como él esté en libertad por un tecnicismo? El vencimiento de términos no debería ser una excusa para soltar a los criminales. La justicia debe ser firme, rápida y efectiva, especialmente cuando se trata de los más vulnerables de nuestra sociedad: nuestros niños.
Lo más grave es que, mientras lloramos la pérdida de esta niña, desde el gobierno se propone una reforma a la justicia que pretende reducir las penas a los agresores de menores. ¿Es este el mensaje que queremos enviar? ¿Que los violadores y asesinos de nuestros niños pueden tener “beneficios” en lugar de recibir todo el peso de la ley? Es una bofetada a las víctimas y sus familias, y un reflejo de un sistema que ha perdido el norte.
Si no somos capaces de proteger a nuestros niños, hemos fracasado como sociedad y como país. Los derechos de los menores no pueden seguir siendo un tema de segundo plano ni depender de reformas mal diseñadas. Es imperativo que los casos de violación y asesinato de niños sean tratados con la mayor urgencia, sin permitir dilaciones o excusas.
Hoy, la justicia debe responder no solo a la familia de Sofía, sino a todas las familias que han sido golpeadas por la impunidad. No más vencimientos de términos, no más tecnicismos que liberen a criminales. Si no actuamos, estamos condenando a nuestros niños a un futuro lleno de peligros. Hoy más que nunca necesitamos una justicia que proteja, no que traicione.
Quiero enviar mis sinceras condolencias a la madre de Sofia y sus familiares, como padre entiendo su dolor y sobre todo me duele la impotencia que sentimos al ver que estos trágicos acontecimientos no pararan, pues no hay una voluntad política para atacar y condenar estas aberraciones de algunos desadaptados que tristemente la justicia considera humanos. Necesitamos retomar el rumbo, necesitamos retomar los valores de familia, necesitamos orden en la sociedad, para que mañana no sigan siendo ilustres y hasta congresistas estos monstruos que violan asesinan y reclutan a nuestras niñas y niños de Colombia.